Me he dado cuenta de que mucha gente me pregunta con una sonrisita pícara: ‘¿Así que ahora eres escritor, Lalo?’. Y la verdad es que yo mismo me pregunto lo mismo. Pero bueno, para que no haya malentendidos, les cuento por qué estoy escribiendo.

Todo empezó con dos frases que se me quedaron grabadas. La primera es esa de ‘no le des pescado al pobre, enséñale a pescar’, que me la enseñó mi papá de chico. Y la segunda, ‘la mejor forma de aprender es enseñando’, la leí en un artículo de marketing digital, ¡qué loco, ¿no?!

Un día, me di cuenta de que había acumulado un montón de cosas que podían cambiar mi vida, llevarme de andar justo a tener de sobra, de estar enfermo a estar sano, ¡todo eso bueno! Me lo sabía todo de memoria, pero me faltaba lo más importante: ¡ponerlo en práctica!

Y ahí empecé. ¡Cuesta, pero se puede!

Entonces entendí lo que me decía mi papá. Da igual cuánto le des a alguien, si piensa que es pobre, seguirá siéndolo. Hay que cambiarle la forma de pensar, y enseñarle a pensar en grande.

A ver, estoy empezando, ya no quiero tanta teoría, ¡quiero acción! Y para pescar, hay que estar en el río, en el lago, en la playa… Y al enseñar a otros a ‘pescar’, ¡yo también aprendo!

Entiendo que si ayudo a otros a salir de la escaces, me irá mejor a mí también. Sé que suena a egoísmo, pero no me juzguen todavía.

Creo que si dejamos de pensar solo en nosotros mismos, nos quitamos un peso de encima y podemos llegar a cosas increíbles.

En resumen, enseño a ‘pescar’ y así me hago mejor ‘pescador’. Y sí, ¡está funcionando!

PD: También estoy aprendiendo a escribir, luego les enseño, ji ji ji…